La importancia de los límites

Al nacer, el bebé tiene una predominancia de circuitos para “la acción”. En palabras del Dr. Gold, metafóricamente, podríamos decir que es un motor con un solo pedal: el acelerador. De modo que cuando el bebé llora porque tiene hambre, está “apretando el acelerador” porque su primera función es sobrevivir y para eso no puede esperar.

Ariel Gold, nos cuenta que con el tiempo el bebé tendrá que ir aprendiendo a vivir con otros. La convivencia es posible gracias al desarrollo de sistemas de control inhibitorios, los cuales serán la consecuencia de un aprendizaje que se dará en la relación con el primer y más importante grupo vincular del niño: la familia.

Serán los padres quienes, a través de las rutinas y límites que impongan en los primeros años, facilitaran o dificultaran la emergencia de circuitos neuronales que permitan esperar y controlar los impulsos.

El desarrollo del control de impulsos dependerá, entre otras cosas, de la presencia del “NO” en el proceso educativo del niño, especialmente en los primeros 5 años de su vida. Estos “NO”, que provienen de las figuras cuidadoras y los cuales deben ser administrados de manera adecuada, con coherencia, sostenidos a pesar de la reacción del niño; junto con los “SI” son básicamente los que conformarán los límites.

De esta manera, el sistema de autorregulación de la conducta podrá irse desarrollando de manera adecuada, si el niño está en un ambiente donde, además de amor, hay rutinas las cuales son necesarias para el control de espera y límites, necesarios para el control de impulsos.

Ahora bien, podemos decir que la puesta de límites es la gran herramienta de crianza que impacta sobre la fortaleza emocional de los niños. Es enseñarles qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, y permitirles desarrollar la capacidad de ajustarse a las normas. Cuando ponemos bien los límites, los niños se sienten más seguros, cuidados y valorados.

 

 

 

 

En forma de resumen, la puesta de límites saludables tiene varios objetivos:

  • Que entiendan el sentido de las reglas y aprendan a respetarlas.
  • Que desarrollen la capacidad de control sus impulsos.
  • Que desarrollen empatía.
  • Que empiecen a aprender a tomar decisiones y a responsabilizarse de los resultados.
  • Que aprendan a pensar, desarrollar y madurar su conciencia sobre lo que está bien y lo que está mal.
  • Que se logre un buen clima de convivencia.

Trabajemos en los límites recordando que un preescolar sano explora el mundo, trabaja por su identidad y autonomía y así se opone a nuestros pedidos. Todavía no entiende los motivos adultos y, aunque los entienda, prefiere hacer lo que más le gusta antes que lo que se debe… Y todo eso es ¡normal! Lo que queremos es que, a través de la aceptación gradual de los límites, sean más fuertes y dueños de sí mismos cada día.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gold, A. (2016). Psicoeducar 2. Algunas claves para entender cómo aprenden nuestros alumnos. Montevideo: Editorial Planeta.

Trenchi, N. (2011). ¿Mucho, poquito o nada? Guía sobre pautas de crianza para niños y niñas de 0 a 5 años de edad. Montevideo: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.