EL NIÑO Y SU PROCESO DE ADAPTACIÓN

El comienzo de las clases despierta tanto en los niños como en las familias una mezcla de sentimientos: emoción, alegría, nerviosismo, ansiedad, incertidumbre.

Para las familias que ya han transitado anteriormente por esta experiencia, iniciar las clases es un nuevo comienzo. Pero todos los años es el primero para muchos pequeños que están por dar sus primeros pasos en el jardín.

¿De qué se trata el proceso de adaptación?

Al ingresar al jardín, el niño inicia una etapa de socialización en la que pasa de un entorno familiar a uno totalmente desconocido y amplio, estableciendo fuertes vínculos tanto con su grupo de pares como con los adultos responsables.

Para el niño supone un importante cambio ya que tiene que aceptar la separación de las personas más queridas, mientras que su mundo de relaciones va a ampliarse para entrar en contacto con un nuevo espacio: el jardín.  Esto implica para el niño conocerlo, aprender a moverse libremente en él, explorar el nuevo material, adaptarse a las rutinas, aceptar un sistema de códigos ya establecidos…

Cada niño vive su proceso de manera individual de acuerdo a su personalidad y modo de ser. De esta forma, no es posible determinar el tiempo que le llevará ya que la construcción del vínculo con las maestras es un proceso gradual que le permitirá al niño ganar confianza en este nuevo espacio y comprender de qué se trata ir al jardín.

Las actitudes más esperadas frente a la separación de sus referentes  son el miedo, la angustia y las rabietas. Debemos saber que es normal que los niños se manifiesten en este periodo a través del llanto, el estar más apegados a sus familiares, y negarse a ser contenidos por desconocidos; también es posible que existan algunas conductas regresivas o alternativas transitorias en la alimentación o el sueño.  Para ayudarlos en dicho proceso, debemos comprender que cada niño tiene un ritmo de adaptación que hay que respetar.

Este proceso no lo vivencia solamente el niño; si bien está claro que él es el protagonista, existen otros actores como ser la familia y los maestros, que deben aprender a conocer a sus nuevos alumnos y sus familias. Para estas últimas, empezar el jardín también implica un desprendimiento. Es fundamental que confíen en la institución y en la maestra; si creen que el niño será cuidado, estimulado y estará en un espacio seguro, la familia tendrá más confianza y estarán más seguros para acompañarlo en el proceso ya que esa seguridad será trasmitida directamente al niño. El cual, poco a poco, irá encontrando un lugar donde jugar, crecer, compartir y disfrutar.

Realizado con aportes de Lic. Ivana Raschkovan (Psicóloga Clínica y Especialista en Niñez y Adolescencia).